El fenómeno alcanza al 48% de los porteños
Carolina Amoroso
8 de febrero de 2012
Andrea tiene 39 años y es soltera. Podría parecer una versión
vernácula del personaje cinematográfico Bridget Jones, aunque su
pelo es castaño y sus ojos, que se esconden detrás de unos lentes de
marco de pasta, son marrones. Estuvo a punto de casarse hace unos
años, pero su relación terminó antes porque, dice, su novio "no quiso
asumir el compromiso". Entonces decidió tomarse un año y medio
antes de disponerse a encontrar una nueva pareja. "Cuando pasás los
treinta y pico es difícil encontrar un lugar para salir en Buenos Aires.
A mí el boliche ya no me divierte y, además, se complica conocer
gente que esté buscando algo en serio", explica. Probó con grupos de
solos y solas, viajes y citas exprés. Pero todavía no logró volver a
tener una pareja estable. Lleva tres años sin pareja y reconoce que, a
estas alturas, la soltería se ha vuelto "un estado permanente".
El de Andrea no es un caso aislado: por elección o no, el 48,3% de los
porteños no tiene pareja, según datos de la última Encuesta Anual de
Hogares del gobierno de la ciudad. Estos números corresponden al
total de la población encuestada sobre la base de su estado civil legal
y convivencia en pareja. En la población que está por encima de los
30 años, el porcentaje de solos alcanza el 27,4 por ciento.
Con tantos corazones solitarios, cabe preguntarse si no es la propia
ciudad la que atenta contra la búsqueda de la tan preciada media
naranja. Para Miguel Espeche, licenciado en psicología y
coordinador general del programa de Salud Mental Barrial del
hospital Pirovano, hay varias razones para pensar que es así.
"Por más que estemos todos apelmazados en esta pequeña
superficie, no nos conocemos y no tenemos formas de vincularnos
los unos con los otros, porque no hay lugares de recreación -explica
Espeche-. El espacio público termina siendo el espacio de nadie.
Hasta la arquitectura de los edificios de departamentos, donde vive
mucha gente, atenta contra la interacción porque tienen pocos
espacios comunes."
Para el psicólogo, a la falta de espacios se suman también las
condiciones laborales en la ciudad, que, generalmente, "propician
vínculos más funcionales que humanos". También considera que
otro factor importante en el gran número de solteros es la creciente
población extranjera o del interior que pierde sus lazos sociales
cuando llega a la ciudad y que tiene dificultades para construir sus
lazos.
La licenciada en psicología social Aída Lejner, quien además
coordina grupos de solos y solas, coincide en que la ciudad propicia
la soltería porque "no ofrece espacios de encuentro real" y añade que
"ese estado de soledad que se genera no se puede cubrir con un
encuentro virtual". Para Lejner, a la falta de espacios de encuentro se
suma también la desconfianza en los otros que despierta la
inseguridad en los habitantes de la ciudad.
Pero no todos los solos y solas viven la falta de pareja como un
padecimiento. Algunos adoptan esa circunstancia como una forma
de vida. Este es el caso de Rodrigo Gándara, de 43 años, para quien
la soltería es, desde hace unos años, una genuina elección. Si bien
confiesa que tuvo varios noviazgos largos, nunca resolvió casarse ni
tener hijos, porque asegura no haber encontrado aún a la persona
ideal. "No es que estoy cerrado a esa opción, pero no quiero que me
molesten en mis espacios personales, incluso los más triviales, como
mi horario para jugar al fútbol con amigos. Hay ciertas cosas que uno
puede ceder, pero hay otras que no quiero negociar", dice.
Para Espeche, en muchas ocasiones esta tendencia a aferrarse a la
soltería puede ser la contracara y la reacción liberadora frente a "una
idea del amor asfixiante que hace muy difícil pensar en llevar una
vida en común con otra persona".
Según el cineasta Juan Taratuto, director de las películas No sos vos,
soy yo y Un novio para mi mujer , "la ciudad no necesariamente es
un generador, sino más bien un receptor de la soledad. No tiene que
ver con la distancia física entre las personas, sino con una tendencia
a la satisfacción inmediata donde perdimos la paciencia, la
comprensión y la tolerancia, y eso nos lleva a satisfacer el deseo lo
antes que se pueda. Generamos vinculos más fugaces, y no sólo de
pareja, que nos inyectan bienestar muy rápidamente pero son
relaciones pasatistas o «de ida y vuelta». Creo que cultivamos poco
las relaciones".
La gran cantidad de porteños singles se refleja también en el
crecimiento de las empresas dedicadas a la búsqueda de pareja, que,
en el último año, registraron en la ciudad de Buenos Aires aumentos
sorprendentes en su clientela.
Según Alejandra Campero, directora de 10 en 8, empresa dedicada a
las citas exprés, en 2011 se registró un aumento del 40% en el
número de inscriptos, que alcanzó los 15.500 usuarios en Buenos
Aires. A los que contratan el servicio y pagan $ 120 pesos, la empresa
les asegura 10 citas de 8 minutos cada una.
Por su parte, Patricia Ledo, de Club Coincidir, empresa que opera sólo en la Capital Federal, informó que el número de nuevos miembros aumentó en un 25% el año pasado. Campero consideró, sin embargo, que este aumento en los usuarios puede tener una contracara negativa. "El tema de la soledad es muy ríspido. Si bien para mi negocio puede ser bueno que aumenten los solos y solas, cada uno viene con expectativas que, si no se cumplen, pueden ocasionarles mucha frustración. Eso implica un efecto búmeran también para nosotros."
Solteros, especialistas y empresarios parecen coincidir en que Buenos Aires favorece la soledad. Para Taratuto, "al cultivar poco las relaciones, nos volvemos conscientes de esa soledad. Por otro lado, vivir con alguien no es solamente compartir un espacio físico, sino generar interrelación todo el tiempo. Uno nace y muere solo, y por momentos comparte cosas con otra gente. Ese proceso es un aprendizaje y, por lo que observo, hoy en día estamos más propensos a transitar la soledad y poco predispuestos a construir nuestros vínculos".
Nota publicada en La Nación
Hay empresas que organizan actividades para “solos y solas” en bares, cafés, teatros y al aire libre. Brindan un lugar de pertenencia donde distenderse, un grupo de pares con quienes pasarla bien y un marco de seguridad que propicia el encuentro de una pareja.
Opciones para buscar pareja hay muchas. Reales -bares, after office, boliches- y virtuales -salas de chat, foros, sitios especializados. Sin embargo, no es una búsqueda sencilla.
A los clubes de encuentros se acercan muchas mujeres a las que no les gusta salir solas. Después de los 40, entre las amigas casadas o en pareja, las exigencias laborales y la fiaca, es cada vez más difícil encontrar una compinche que nos acompañe a buscar príncipes azules.
Otras están ya cansadas de los falsos hallazgos de la vida nocturna: en los bares y boliches puede haber de todo menos príncipes, sean del color que sean.
Por otro lado, la enorme oferta de encuentros on line tiene sus contras: uno nunca termina de saber con quien está hablando en realidad. Sin necesidad de ponerse alarmistas y sin mencionar los riesgos reales que se pueden correr, lo cierto es que hay grandes decepciones. Además hay un alto nivel de exposición en la divulgación robótica que los buscadores pueden hacer de los datos ingresados.
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Por eso, si bien creo que la web es una herramienta fundamental, promuevo los encuentros cara a cara. Personas que se conocen, charlan, juegan y se ríen mientras comparten una taza de café o una copa de vino. En ese clima de distensión y confianza algunos que parecían sapos resultan ser encantadores caballeros y más de una doncella queda feliz por la sorpresa.
Como no todos nos vinculamos del mismo modo ni nos gustan las mismas cosas, es importante proponer una gran variedad de actividades: café lúdico, salidas a bares, boliches, bowlings, arquería, tejo, cine, teatro, cenas, caminatas, paseos en bicicleta y días de campo. Incluso, para aquellos que no quieren salidas grupales, está el programa de presentaciones individuales que puede llevar algún tiempo, pero que rinde sus frutos.
En fin, a la hora de buscar pareja hay alternativas para todos los gustos. Desde mi lugar te recomiendo: apagá la tele, sacáte las pantuflas y elegí tu opción. Mientras buscás pareja podés divertirte mucho. No te lo pierdas.
Por Patricia Ledo, directora de Club Coincidir. www.coincidirweb.com.ar
Nota publicada en Clarin